Me alegra que hayas aparecido en el ruedo de La Gran Fiesta de San Baltazar!!!, la cual vengo pregonando con espectáculos y talleres desde comienzos de los 80, en Buenos Aires e interior de Argentina y hoy reflorece en Colonia del Sacramento, donde resido desde el 2004.
Agradezco que como profesional en tu metié me digas que “no estas enojado” conmigo, lo cual es recíproco porque me consta que ambos estamos para construir y sumar aquello que nos honre y nos una como Patria Grande.
Para responder a tus requerimientos y solicitudes de pruebas sobre mis declaraciones y conceptos sobre la Fiesta de San Baltazar y su raigambre “afro-Oriental” y la supuesta influencia en Corrientes y provincias del NE argentino paraguayo; citaré información que atesoré y luego difundí a los cuatro vientos con mi canción Candombe del 6 de enero (grab. EMI Odeon Arg. 1983); que nos habla sobre esta función en honor al Santo, y en homenaje a los grandes olvidados de nuestra historia en común, los soldados Negros y los aborígenes que acompañaron al “Protector de los pueblos libres” Don José Gervasio Artigas y entre ellos abarca al Comandante General Andrés Guaicurari y Artigas (Andresito Artigas-1815/1819), su hijo adoptivo. Para ampliar, te invito a visitar en el Google : “ Yábor - Andresito” . Yábor y La Fiesta de San Baltazar, podes obtener material en mis libros: “Lo mejor de mí” ( Declarado de Interés Cultural por el la Magistratura Porteña en el año 2000 (Editorial Nuevos Tiempos, está en la Biblioteca Nacional y Biblioteca del Congreso de Bs.As.) y también en “Carnaval de las dos orillas”, editorial Bahobab (BsAs).
Para arremeter con una de mis originales fuentes de inspiración, transcribiré parte del libro La fiesta de San Baltasar de mi (difunta) amiga argentina, Alicia Quereilhac de Kussrrow, quien tuvo la gentileza de alcanzarme un ejemplar y con quien mantuve charlas de intercambio. Estoy hablando de comienzo de los 80.
Esta investigadora, junto a otros historiadores y antropólogos, eran asiduos concurrentes a mis conciertos, donde se evocaba al Santo, con sus peculiares historias hasta entonces semiocultas (por su marginalidad, aún ignoradas en Buenos Aires), como casi todo lo que tiene que ver con los hechos que rodearon a nuestro prócer Artigas (el gran traicionado), por consiguiente casi desconocida en nuestros respectivos países.
Con este testimonio de A.Q. De Kussrrow que adjunto, el cual forma parte del material que he documentado a lo largo de 27 años, espero satisfacer tu inquietud y que este proyecto que estoy desarrollando no sea sólo “la verdad de un músico”, la cual no tiene porque ser una verdad a medias. Al respecto, aún no he tenido acceso al trabajo de Odaiar Tabárez, del cual haces mención y críticas tan condescendiente en tu correo. Tampoco me cierra tu descrédito hacia Vicente Rossi, pionero, quien transitó por los caminos de la música, el teatro y la literatura rioplatense, y a Dios gracias!!! nos animó y despertó con emotiva y didáctica trasmisión, ese bichito de la investigación por nuestro folclore; tal vez sin aplicar los tecnicismos con los que hoy contamos, pero si con sus demostraciones prácticas y teóricas, aunque con algunas faltas de ortografía, que en su momento tampoco les fueron perdonadas por algunos intelectuales y petimetres con carné.
Recuerdo, que luego de enterarme de tus conocimientos sobre lo afroargentino, como es de tu conocimiento, hace unos seis años, aún radicado en Argentina, te llamé reiteradamente al Instituto Nacional de Música “Carlos Vega”, y traté de combinar un encuentro para clarificar este tema, pero las circunstancias de tiempo y lugar no lo permitieron (considero que estamos a tiempo). Igualmente, eres bienvenido, siempre respeté el trabajo riguroso y científico del historiador, ideal para armar el rompecabezas y unir eslabones. Pero, también sigo creyendo en los hallazgos causales, la transmisión oral o el “de boca en boca”, la intuición y el sentido común, por lo cual espero haber sido cauto y preciso para “no empachar ni indigestar” al ávido publico con mi modesto aporte; aunque a medio construir aún, abierto a quienes quieran enriquecerlo con la otra cara de la verdad, que siempre puede ser relativa. Como dijera Artigas, “Con la verdad no ofendo ni temo” y terminó a la sombra de un ombú en el Paraguay.
Sin ánimo de un chauvinismo que hiera la historia verdadera y en respuesta a tu articulo en el “Blog perteneciente a la Red de Escritores/as y creadores afrodescendientes”, sobre la Fiesta de San Baltazar en algunas localidades del Dpto de Goya; Cuando hablas sobre los “cambara´angá” no aclaras el color de las máscaras de quienes desde sus orígenes se vestían de rojo y dorado. Como nos ilustra Alicia
Q.de K.: “montando briosos caballos, sus descendientes se teñían el rostro y usaban máscaras negras, en remembranza de aquellos jinetes negros”; que para mí, bien podrían haber sido los mismísimos lanceros de Artiga, por lo cual seria bueno que tengas acceso a este material, donde se amplia el radio hacia Saladas, Empedrado y otras localidades correntinas. Cualquier cosa, a las ordenes.
Te pido disculpas por el atrevimiento y la osadía autodidacta, pero para mi ésto se cae de maduro. La cuestión no es adueñarse de la historia, mi principal deseo es sumar y hermanar a través de la música con este pasaje en común que tenemos con el NE argentino-paraguayo, con quienes ojalá lleguemos a un acercamiento cultural e
intercambio fructífero.
También aprendí, que para hablar de historia, hay que saber decir: “dicen que...”
Como bien sabes, durante mis 30 años de permanencia en Bs.As, fui adalid de lo afro rioplatense de mi generación y ayudé a reconstruir y recuperar la desaparecida y blanqueada música afro argentina y uruguaya, demostrando los vestigios existentes y sus raíces, en ocasiones debí trabajar técnicamente “desde los supuestos”; motivo por el cual fui aplaudido y reconocido. Si bien queda mucho por hacer, cruce el charco sin despedirme, satisfecho por mis obras. Mi misión cumplida fue sembrar lo que varios están cosechando y usufructuando. Para conocer mis pasos al respecto, te invito a visitar mi Portal Web:
http://www.candombodromo.com.ar/yabor.htm ; ver CV en la parte de experiencias pedagógicas y bibliográficas.
Doy fe, que aún en el afán y la emoción de difundir la historia del perfil humano y musical de este tramo de la cultura artiguista y sus soldados Negros, preferí que no primaran expresiones de deseo ni licencia poética ni recreación artística alguna, salvo con el nombre del Santo, motivo por el cual fuera destacado dentro de “La Gran Fiesta de San Baltazar” (escrito con “z”), en lo cual veo que felizmente coincidimos, jua, jua!!!.
Me despido cordialmente a la espera de una respuesta.
Un abrazo de orilla a orilla.
Yábor
Adj. mencionado.
LA FIESTA DE SAN BALTASAR
PRESENCIA DE LA CULTURA AFRICANA EN EL PLATA
Por ALICIA C. QUEREILHAC DE KUSSRROW
Pag. 99 a 107 – Ediciones Culturales Argentinas . Secretaría de Estado y Cultura -Ministerio de Cultura y Educación –
Esta obra obtuvo el Premio del Fondo Nacional de las Artes en el Concurso “Régimen de Fomento a la Producción Literaria Nacional” – año 1977.
Prólogo:
¿Existe la fiesta de San Baltasar? Fue la pregunta que movió muchos resortes e impulso muchos esfuerzos. La bibliografía tan poco precisa, tan poco concreta, con tanta vaguedad y al mismo tiempo con tanta sugestión, prendió en nosotros la inquietud y fue la que estimuló nuestro viaje de investigación.
Ya en el campo, la realidad de lo que veíamos, documentábamos, fotografiábamos, grabábamos sumaba uno a uno más interrogantes, todos y cada uno de la mayor importancia dentro de su esfera.
Una fiesta de los negros con un santo negro, pero sin negros; un candombe que no es candombe: un pericón, la danza tradicional del santo, que no se baila espontáneamente sino en un baile-espectáculo. Prácticamente, ninguno de estos datos registrados, y una fiesta reminiscencias de la descripta bibliográficamente, pero nueva en su esencia, en sus motivaciones, en su realidad humana, social y cultural.
Estas razones justifican nuestro interés por un fenómeno que escapa del esquema “fiesta” para entrar en uno más complejo: la transformación de un sector de nuestra sociedad, en un área perfectamente localizada.
La documentación para este trabajo la obtuvimos en dos viajes de investigación. El primero, de prospección, se realizó en enero de 1970; el segundo, de investigación propiamente dicha, en enero de 1972, con grupos de alumnos pertenecientes a las distintas instituciones donde nos desempeñábamos. En el primero participaron la Srta. Licenciada Marta Varciela, egresada en Ciencias Antropológicas de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires; las Srtas. Ana Couzo, Nilda García y Marta Noemí Quintián, alumnas del curso de Seminario de Folklores de la citada licenciatura; la Srta. Ana María Lorda, profesora nacional de Danzas Nativas y Folklore, egresada de la Escuela Nacional de Danzas, y la Srta. Alicia Elvira Gariboldi, experta en Deportes Regionales y Turismo, egresada de la carrera de Turismo de la Escuela de Ciencias Geográficas de la Universidad del Salvador.
En las dos oportunidades la experiencia con los grupos de trabajo fue invalorable, ya que cada una de las participantes. Desde sus distintos puntos de vista y su heterogénea formación, aportó elementos valiosos para la investigación y para nosotros, en lo personal.
De la documentación en cinta magnetofónica nos ocupamos nosotros; compartimos la fotografía con las Srtas. Couzo, Gariboldi, Varciela y Le Rose, quien también filmó algunas secuencias de la fiesta en Empedrado.
Nos complacemos en dar a conocer, a través de estas páginas, la vigencia de la fiesta de San Baltasar en nuestro noreste y esperamos y deseamos contribuir a un mejor y mayor conocimiento de la vida de nuestro pueblo y de sus transformaciones, pues ella es testigo del proceso de cambio de las sociedades, fenómeno inherente al hombre, del cual es testimonio permanente la cultura.
Buenos Aires, diciembre de 1976.
Pag. 99 ... ... Las etapas señaladas en la transformación social de los grupos negros del Plata se dan prácticamente con las mismas características y casi en el mismo tiempo, en Buenos Aires y Montevideo, como lo señalamos en el cuadro de pág. 96. La única diferencia que encontramos, es la relacionada con el Santo patrono de las “cofradías”.
En Buenos Aires, después de la ya citada de la Iglesia de la Piedad en el siglo XVIII, la devoción de San Baltasar, pareciera perderse, no se registra en documentos posteriores, y es sustituida por la otorgada por otro Santo Negro, San Benito, que tendría una ermita famosa en Palermo, lugar donde luego establecerá su casa y sus cuarteles don Juan Manuel de Rosas, que, como “Protector” de los negros, favorecerá ese culto.
En Montevideo en cambio, los documentos informan que el Santo Patrono de los Negros es San Baltasar, luego, en segundo lugar, San Benito y a veces, como sustituto, San Antonio.
Es San Baltasar el que preside las procesiones y los candombes.
En 1888, Isidoro de Maria, un prestigioso memorialista uruguayo, publica el 2do. Tomo de su obra Tradiciones y recuerdos, Montevideo antiguo, con un capitulo, El Recinto de los Candombes, que reproduce los hechos ocurridos entre 1808 y 1829, periodo que el autor considera de auge del Candombe y del cual ha sido testigo presencial (24).
Recuerda de María:
“ ¡ ... El día de Reyes! - ¡Oh! En es día de regia fiesta era lo que había que ver, - Vamos a los Reyes, a las salas de los Benguelas, de los Congos y además, por el barrio del sur, era la palabra de orden en el ama de casa... “ “ En cada sala un trono, con un cortinaje y el altar de San Baltasar o San Antonio, y el platillo a la entrada para los cobres o pesetas, con el capitán guardián de la puerta y de la colecta. En el trono aparecían sentados con mucha gravedad el Rey... A su lado la Reina... La Fiesta no paraba en eso. Los Reyes y sus acompañantes asistían en corporación al Matriz, a la fiesta de San Baltasar, cuyo altar pertenecía a Doña Dolores Vidal de Pereira, quien por contado lo preparaba con magnificencia para la función del Santo. Concluida esta, salía la comitiva africana con su vestimenta de corte por las calles de Dios a hacer la visita de regla al Gobernador y demás autoridades, quienes la recibían muy cortésmente y la obsequiaban... “ (25).
(24) – AYESTARÁN, L.: La música en el Uruguay..., p.78.
(25) – DE MARÍA, J.: Tradiciones y recuerdos. Montevideo antiguo, p.162 – 172, trascripto en AYESTARÁN , L.: op. cit., p. 76-78.
3. La fiesta de San Baltasar: hipótesis sobre su génesis.
Cuando iniciamos la documentación de la fiesta de San Baltasar en Corrientes, pensamos que esta era una manifestación más de la evangelización católica cumplida durante el periodo colonial pero que, sin embargo, el origen de la forma actual debía encontrarse en los primeros años de la independencia, época en que como vimos, aumenta el numero de libertos. En Corrientes no se registran “naciones” “cofradías” como las descriptas precedentemente. Solo en el último cuarto del siglo XIX se cita alguna con relación a San Baltasar.
Por otro lado, el análisis de las fuentes bibliográficas intuíamos también que, si hubo alguna influencia, esta debía venir, casi seguramente de Montevideo y no de Buenos Aires, donde el patrono de los negros era San Benito.
En nuestra búsqueda encontramos un folleto muy informativo del historiador y geógrafo paraguayo don Héctor Francisco Decoud (26), El Campamento de Laurelty (27). En el registrar la historia de ese poblado formado por los soldados que acompañaron a Artigas a su destierro de Paraguay, cuando este es definitivamente vencido por las fuerzas de Francisco Ramírez.
Dice Mantilla, refiriéndose a Artigas y a ese suceso:
“... el 25 de julio (1820) le sorprendió y derroto de nuevo”, la vanguardia de Ramírez ... ; huyo entonces con un pelotón de negros hacia Yaguareté - Corá (hoy Concepción), paso el río Paraná frente a la Tranquera de San Miguel, y pidió asilo al dictador Francia” (28).
Efectivamente, el grupo de soldados que no quiso dejar solo a su jefe en el destierro (29), por un lado, y que, por otro, temía las represalias de los contrarios en el Uruguay, contra ellos y sus familias, y que pidió asilo también en el Paraguay, eran todos negros.
(26) DECOUD, HÉCTOR FRANCISCO. Nació en Asunción del Paraguay, el 9 de julio de 1855. Fue diputado en 1883. En 1884, cofundador del periódico asunceño El Heraldo. En 1888 publica sus primeros escritos, fundamentalmente sobre historia y política. Falleció en Asunción el 25 de diciembre de 1930. López de Decoud, Adelina: Biografía de Héctor Francisco Decoud. (Síntesis)
(27) Laurelty: denominación del paraje, por predominar en él el árbol llamado “laurel”. DECOUD, H.F.: El campamento de Laurelty, p.5.
(28) – MANTILLA, N.F.: op.cit., tomo 1, p.223.
(29) - Las circunstancias hicieron que Artigas permaneciera confinado por Gaspar Francia en la villa de Caraguatay hasta su muerte, ocurrida a los 85 años, en 1850. acompañado sólo de dos fieles servidores negros.
Decoud, en el folleto citado, informa:
“Franqueadas las puertas paraguayas mediante el permiso obtenido, aquellos hombres se empeñaron en que se les reuniesen sus respectivas familias. Realizado el propósito, transpusieron el río Paraná, desembarcando en Itapuá, hoy Villa Encarnación, de donde marcharon por tierra hasta el lugar designado con anterioridad para su ubicación, distante como dos leguas de la capital, en la jurisdicción del departamento de San Lorenzo del Campo Grande... El número aproximado de personas era de ochenta entre adultos y menores.
... sobre los lugares aparentes para la instalación de los emigrantes, se optó por el ya citado, que es una hermosa llanura, apta para el cultivo y próxima a la capital”.(30).
“Instalados ellos, el que más pronto se distinguió por sus aptitudes y por la extensión de su cultivo, fue Donato Pereira, quien, además, se dedicó a la destilería de aguardiente de la miel que producía su plantación de caña de azúcar. Su estado próspero y sus sentimientos humanitarios, le valieron para ser considerado como padre y protector en el seno de sus compañeros.
Como la creencia y prácticas religiosas es uno de los factores que mantienen la cohesión y fraternidad, el gobierno no les opuso trabas cuando instituyeron, como santo patrono de ellos, a San Baltasar, cuya imagen la habían traído consigo y se encontraba a cargo y cuidado del mismo Donato Pereira, en el oratorio construido a lado de su casa” (31).
(30) DECOUD, H. F.: op. cit., p. 12-13.
(31) DECOUD, H.F.: op. cit., p. 14.
Este folleto de Decoud proporciona referencias por demás interesantes para nosotros. Artigas y sus hombres permanecieron en la provincia de Corrientes de 1814 a 1820, seis años, durante los cuales, sin duda, se produjo recíproca influencia entre los pobladores y las fuerzas invasoras, que muchas veces se asentaron por largos meses en los poblados. Es natural pensar que como frutos provenientes del mismo árbol, participaron de las festividades religiosas tradicionales y que los soldados negros, que eran devotos de San Baltasar, se reunieron con los negros y castas de Corrientes, a celebrar a su santo y que en esa conjunción, hayan aportado su forma de honrarlo.
Decoud también describe una de las fiestas y señala la resonancia que esta tenia entre los paraguayos, que la presenciaban con sorpresa primero y regocijo después.
“El 6 de enero de cada año, día del patrono, lo festejaban con funciones religiosas y profanas, las cuales atraían mucha concurrencia por lo llamativo y pintoresco que eran los negritos (de ambos sexos), vestidos de seda, color rojo con capa de la misma tela y color, orlado con relucientes galones dorados, y una corona gorra oropelada, en la cabeza, simbolizando a los Reyes Magos, montados, cada uno con sus conductores, en hermosos caballos, ricamente enjaezados (con anterioridad, el mayordomo Pereira, recorría las casas de los que poseían los mejores caballos y aperos de montar, solicitando, a nombre del santo, la cesión de los mismos para el objeto expresado), formaban de inmediato el numeroso sequito del Santo, en su ida y vuelta a la iglesia del pueblo.
En cuanto a la fiesta profana, que duraba generalmente tres días con sus noches, era más atractiva aún por lo novedoso que resultaban, para su época, las diferentes danzas originales que, ya en grupos, más o menos numerosos, o ya aislados, ejecutaban el son de gombas (32), que atronaban el aire, alternando con estruendosos vivas al Santo Rey, como lo llamaban a San Baltasar. A esta danza le llamaban “Rueda”, Zemba, Marimba guerrillera”, “Marimba galopa” y “Curimbá”.
(32) Gomba: nombre de tambor paraguayo. Se emplea para acompañar una de las danzas más antiguas y características del país, que lleva el nombre del instrumento- (Espasa).
El entusiasmo festivo rayaba en delirio hasta la madrugada, hora en que el derroche de chicha producía ya su efecto, tanto en la compacta concurrencia de curiosos, como entre los danzantes que, entonces, más aún, hacían gala a la flexibilidad y viveza corporal características de los individuos de la raza a la que pertenecían.
Fue la fama y nombradía que adquirió esta función, que era la cita de las gentes de los pueblos circunvecinos y hasta de la capital misma, atraídos por la originalidad de las danzas y cantos de los negros, como por el respeto y amabilidad que prodigaban a los que compartían con ellos la celebración de los festejos a su santo patrono” (33).
La presencia de este grupo de extranjeros de color, despertó de inmediato la curiosidad de los paraguayos que, sobre todo en los primeros tiempos, se acercaban al poblado para verlos y que al comprobar que eran todos negros, exclamaban en guaraní: “Chamba memetéco chamento!” (Son todos netamente negros).
Por deformación de esta expresión, continuamente repetida, el lugar comenzó a ser conocido por el termino “Campamento”, topónimo que aún hoy se conserva lo mismo que el poblado donde es posible encontrar todavía algún descendiente de sus primitivos pobladores, a pesar de que la mayoría de aquellos o sus hijos intervinieron en la guerra de la Triple Alianza. Dice Decoud:
“... pues en la gran guerra, conocida por la Triple Alianza, este núcleo de población, relativamente numerosa, contribuyó para la formación del famoso batallón apodado Nambí í (Oreja chica), celebre por su bravura, impetuosidad, destreza y agilidad en los asaltos y combates cuerpo a cuerpo, conquistando sus primeros lauros en el asalto y toma de la fortaleza de Coimbra, y después, aunque ya diezmados e integrando otros batallones, repitieron sus proezas ¡ironía del destino! Contra los mismos hombres en cuyas venas corría la misma sangre que nutria a sus antepasados, cooperando con su pujante rol bélico, en el aniquilamiento del gallardo y lucido batallón Florida, al mando del valiente coronel Palleja, en la batalla dl 2 de mayo de 1866, que lo constituía la flor y nata de la juventud montevideana” (34).
(33) – DECOUD, H. F.: op. cit., p. 15-16.
(34) – DECOUD, H.F.: op. cot. P. 16-17.
Y la guerra, a no dudarlo, como el comercio, constituye uno de los activos agentes de transculturación. En los ejércitos brasileños predominaba el elemento negro, y muchas veces los negros uruguayos y paraguayos salvaron la vida por la circunstancia del color. El necesario contacto durante más de cuatro años de lucha, incluso con los argentinos cuando estuvieron en territorio paraguayo, debe haber incidido en la génesis de esta fiesta en Corrientes.
Ertivio Acosta, en el ensayo ya comentado, anota lo siguiente:
“Su historia surge decididamente cuando los morenos radicados en la capital correntina, influenciados ya por la Fe católica del pueblo guaranítico, realizan cada 6 de enero la FUNCION EN HONOR A SAN BALTAZAR en el rancherío llamado CAMBA CUA (cueva de negros), ubicado en una de las puntas que da sobre el río Paraná, que luego, durante y después de la guerra de la Triple Alianza, se ve engrosado por la soldadesca brasileña que al termino de la guerra tripartita opta por quedarse en el Camba Cuá, acogiéndose a una gracia concedida por el Emperador Don Pedro II del Brasil, adquiriendo desde entonces las fiestas del 6 de enero su máximo esplendor en suelo guaraní” (35).
Esta referencia coincide con la aportada por el Dr. Solari, en el capítulo “Camba Cuá”, de se libro Insenescencias, publicado en 1936 (36). Y Acosta, al incluir en ese trabajo la descripción de la fiesta realizada en 1875 (37), confirma el momento histórico de vigencia plena de la “función de San Baltasar en Corrientes”.
(35) Acosta, E.: El Cambá Cuá y las fiestas de San Baltasar, p. 8.
(36) SOLARI, B.: Insenescencias, p. 49.
(37) Acosta, E.: op. Cit., p.8
Esta es nuestra hipótesis sobre la formación y consolidación del culto a San Baltasar.
Sobre una base católica colonial, en la cual la veneración al santo integraba la celebración de Epifanía, la población negra correntina, con influencias de los negros uruguayos y de los emigrados paraguayos (38) de 1820 a 1870, elabora su “manera” de reverenciar al Santo.
Como ya lo habían hecho los negros en Buenos Aires y Montevideo, lo separa del grupo originario, Los Reyes Magos y sobre la estructura católica de la celebración a los Santos, novena, presesión, misa y presesión y fiesta o feria, profundamente arraigada en su espíritu, completa la devoción con el aporte africano, el baile popular donde la morenada, a través de su “danza de nación”, el “candombe”, la “semba”, se sentía integrada como grupo, real y distinto a los otros que formaban la población. A esta integración, contribuía habitar en el barrio Cambá Cuá, en la punta Tacurú.
A partir de 1885 comienza la construcción de puerto de Corrientes (39) y el éxodo de pobladores del barrio, que se acentúa hacia 1900 (40), concluye un cuarto de siglo después, al comenzarse en esos terrenos las obras de la avenida Costanera.
Gradualmente la población negra se ha ido dispersando hacia otros Barrios o el interior, y los muchos San Baltasar o santitos negros que poblaban el Cambá Cuá, van a localizarse en distintas zonas.
Se ha producido un nuevo proceso en el tiempo, y la celebración se transforma. Así como en Buenos Aires o Montevideo, las “sociedades”” languidecen y se extinguen al poco tiempo de declararse la abolición de la esclavitud, al desaparecer el barrio y dispersarse sus moradores, hombres libres, a veces a zonas bastante alejadas, al campo, pierden vigencia los “bailes de nación” y cada dueño de Santo, en su nueva residencia mantiene el culto y la devoción, pero esta, insensiblemente, adquiere otras características.
(38) No descartamos el contacto de correntinos y paraguayos, anterior a la guerra tripartita, dada la gran movilidad de la zona, donde los pobladores de ambas márgenes del Paraná mantienen activo comercio e intercambio.
(39) Núñez, J. A..: Manual geográfico de la provincia de Corrientes.
(40) Gómez H. F.: La ciudad de Corrientes, p.73.
Conserva las de origen católico (novena, presesión, misa, presesión) y la fiesta, el epílogo común a casi todas las celebraciones del santoral en el país, que antes consistía en el “baile” de nación”, ahora se transforma en una reunión con baile, donde en determinado momento y a pedido de los promesantes se hace el “baile del Santo”, la “charanda” en Empedrado, o bien se realiza un espectáculo coreográfico organizado por los devotos “en honor al Santo Rey Baltasar”, en Saladas.
Paulatinamente y coincidiendo con este proceso, continua la mestización del negro con el criollo y la raza de color se diluye, se “blanquea” y, paradójicamente, esta es una “fiesta de los negros sin negros”.
El negro como grupo humano y racial, esclavo, era un sector marginado en la sociedad colonial e independiente, hasta 1853. Atendiendo a las características señaladas para las comunidades (Cap.1) la fiesta sigue siendo patrimonio de grupos orilleros, marginados de los centros importantes, dirigentes, letrados, que pretenden ignorar, y así lo manifiesta, su existencia.
En Saladas, en la Intendencia, hemos preguntado si en la región había habido esclavos o castas y rotundamente nos dijeron que no. También conversamos con la ex Directora de la Escuela Normal, autora del informativo Folleto Saladas. Su fundación 1732 –1942, en el cual solo aparece la referencia a Juan Bautista Cabral como héroe de la independencia e hijo ilustre del pueblo, y “sirviente”, sin consignar la raza, de don Luis Cabral. Ante nuestras preguntas sobre el “Gaucho Lega” o “la Fiesta de San Baltasar” nos manifestó que era sólo creencia y diversión de gente de las orillas, no de los saladeños.
En Empedrado, la actitud del sacerdote en 1970, que no permite la entrada del Santo en la Iglesia y que en 1972 acepta decir la misa para el Santo, sólo porque se lo pide un vecino influyente de Corrientes, muestra a las claras que los devotos integran un sector social marginado.
Esta es nuestra hipótesis sobre el probable origen de este culto, otro ejemplo de regionalidad popular en el país, y de la fiesta que lo acompaña.
Para completar el análisis trataremos ahora el Candombe.
( pag.107)
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Para ampliar esta info. Invito a visitar el Google y otros navegadores de Internet :
- La Fiesta de San Baltasar o “Baltazar”.
- Andresito Artigas. --- El Cambá Cuá.
- Yábor y la Gran fiesta de San Baltazar.
-
http://www.candombodromo.com.ar