lunes, 9 de abril de 2007

“Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham”

por Martin Luther King

La marcha por los derechos civiles requería una “especie de Discurso de Gettysburg”

Martin Luther King Jr. en una celda de una cárcel de Birmingham (Alabama) en abril de 1963. (Foto: Archivos Nacionales)
La siguiente reseña apareció como columna complementaria al artículo de David Garrow “King: La Marcha, El Hombre, El Sueño”, publicado en la revista American History en agosto de 2003.
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(comienza el artículo)
La “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham” de Martin Luther King Jr.Por Douglas Brinkley
"Hay dos clases de leyes, las justas y las injustas”, escribió desde la cárcel el Dr. Martin Luther King Jr. el fin de semana de Pascua en 1963. “Uno tiene la responsabilidad moral de desobedecer las leyes injustas”. Santo Tomás de Aquino no habría estado en desacuerdo. La imagen grabada en la memoria nacional es la del Dr. King de “Yo tengo un sueño”, pronunciado hace 40 años en la ciudad de Washington, de manera que es difícil imaginar al hombre de 34 años en una celda estrecha en la cárcel de Birmingham, solo, agazapado al anochecer, usando los márgenes de las hojas de un diario y el reverso de escritos legales para sentar las bases filosóficas del movimiento por los Derechos Civiles.
La “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham”, considerada ahora un clásico de la literatura mundial, fue escrita en respuesta a ocho clérigos blancos locales que en el periódico Birmingham News habían denunciado la protesta pacífica del Dr. King, exigiendo el fin de las manifestaciones por la desegregación en los comedores, baños y tiendas. La carta del Dr. King tuvo que ser sacada de la cárcel clandestinamente y en segmentos por sus abogados, llegando pensamiento por pensamiento al cuartel central improvisado de la Conferencia de Líderes Cristianos del Sur en el Motel Gaston. El Dr. King, un cristiano intensamente disciplinado, logró moldear un manifiesto moderno de resistencia pacífica tomando como base las enseñanzas de Jesús y de Gandhi.
A través de la década de 1960 la sola palabra “Birmingham” evocaba imágenes inquietantes de ataques con bombas a iglesias y la brutalidad de la policía de Eugene “Bull” Connor, perros gruñendo y poderosos chorros de agua de mangueras a presión. Cuando King pasó sus nueve días en la cárcel de Birmingham, la ciudad era una de las más rígidamente segregadas del sur a pesar de que los afroestadounidenses constituían el 40 por ciento de la población. Como escribiera Harrison Salisbury en el periódico The New York Times, “las calles, el suministro de agua y el sistema de cloacas” eran las únicas instalaciones públicas compartidas por ambas razas. No obstante, para el momento en que el Dr. King fue asesinado en Memphis cinco años más tarde, su filosofía había triunfado y las leyes de Jim Crow habían sido aplastadas. La “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham” se traduciría con el tiempo a más de 40 idiomas.
Gracias a la carta del Dr. King, “Birmingham” fue un toque de atención para la acción del movimiento contra el apartheid en Sudáfrica, especialmente en la década de 1980, cuando llegó a su cumbre el clamor internacional por la liberación de Nelson Mandela. El arzobispo Desmond Tutu citó la carta en sus sermones, el cantante jamaicano de reggae Bob Marley guardaba una copia con él como amuleto de buena suerte, y los hijos del primer ministro Kwame Nkrumah de Ghana la recitaban como si el texto del Dr. King fuera una escritura sagrada. Durante la guerra fría, Carta 77 de Checoslovaquia, Solidaridad de Polonia y el Movimiento de los Pastores de Alemania Oriental hicieron traducir la “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham” y la diseminaron entre la población clandestinamente.
Así como el Dr. King había sido inspirado por el ensayo “Desobediencia Civil” de Henry David Thoreau, escrito en una cárcel de Massachusetts para protestar contra la guerra entre México y Estados Unidos, una nueva generación de oprimidos en el mundo adoptó la carta como una fuente de valor y de inspiración. La segregación y el apartheid estaban apoyados por leyes claramente injustas, porque distorsionaban el alma humana y dañaban su psique. El remedio del Dr. King fue la acción directa pacífica, la única manera válida espiritualmente de sacar una injusticia flagrante a la superficie, donde se pueda ver y corregir.
Mubarak Awad, un psicólogo clínico educado en Estados Unidos, tradujo la carta en Jerusalén en 1983 para que los palestinos la usaran en sus talleres para enseñar a los estudiantes sobre la lucha pacífica. Cuando un estudiante chino se paró frente a un tanque en la Plaza de Tiananmen el 4 de junio de 1989, inquebrantable en sus convicciones democráticas, estaba actuando simbólicamente conforme a las enseñanzas del Dr. King derivadas de su intrépida carta de Birmingham.
El activista argentino por los derechos humanos Adolfo Pérez Esquivel, ganador del premio Nobel de la paz en 1980, se inspiró en parte por la carta de King para crear el Servicio Paz y Justicia, una organización de América Latina que documentó la tragedia de los desaparecidos. En la actualidad sería difícil encontrar un novelista o poeta africano, incluyendo a Chinua Achebe y a Wole Soyinka, que no haya sido incitado a denunciar el autoritarismo por la noción de King de que es moralmente esencial ser un protagonista audaz en favor de la justicia. Incluso el republicano conservador William J. Bennett incluyó la “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham” en su Libro de Virtudes.
El atractivo universal de la carta del Dr. King reside en la esperanza que brinda a los desheredados de la Tierra, los millones de pobres sin voz que pueblan el planeta desde los vertederos de basura de Calcuta hasta las aldeas de SIDA de Haití. Su carta describe “la vergonzosa humillación” y “crueldades inexpresables” de la esclavitud estadounidense, y así como el Dr. King fue forzado a reducir sus pensamientos sagrados a las palabras profanas del periódico a fin de triunfar sobre la injusticia, los afroestadounidenses ganarían su libertad un día debido a que “la herencia sagrada de nuestras naciones y la voluntad eterna de Dios están plasmadas en nuestras resonantes demandas”.
El Servicio de Parques Nacionales ha designado distrito histórico la Avenida Sweet Auburn de Atlanta, donde vivió y está enterrado el Dr. King. Bancos, comercios y oficinas del gobierno cierran cada enero en homenaje al mártir de los derechos civiles. Pero el tributo viviente al Dr. King, el que más le habría gustado a él, es el impacto que su “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham” ha tenido en tres generaciones de luchadores internacionales por la libertad.
Estas páginas de poesía y justicia se cuentan ahora como uno de los manuales de instrucción supremos de ayuda propia del siglo XX sobre cómo los Davides pueden enfrentar a los Goliats sin derramar sangre. La “Carta desde la cárcel de la ciudad de Birmingham” no tiene rivales como declaración eterna que hace resonar la esperanza en los valles de la desesperación, constituyendo un documento estadounidense tan especial como la Declaración de la Independencia o la Proclama de Emancipación.
(termina el artículo)
(Distribuido por la Oficina de Programas de Información Internacional del Departamento de Estado de Estados Unidos. Sitio en la Web: http://usinfo.state.gov/esp)

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